miércoles, 18 de abril de 2012

Aspectos controvertidos del asesinato de Calvo Sotelo: ¿Crimen político?

En este tercer artículo analizaremos el asesinato de Calvo Sotelo como crimen de estado, consecuencia, como hemos visto en otros artículos de una situación prerrevolucinaria que habría llevado al asesinato del jefe de la oposición por parte de las fuerzas de seguridad del estado.
Este argumento se basa a su vez en tres pilares, primero la responsabilidad del PSOE en el asesinato, segundo participación de la fuerzas de seguridad del estado y tercero la falta de investigación del mismo.
He de decir que por mucho que he buscado, no he encontrado ninguna referencia a una orden ya sea directa o indirecta para llevar a cabo el asesinato, ni si quiera en la Causa General de 1943, que se limita, a relatar los hechos y a establecer relaciones entre los participantes en el hecho y algunos dirigentes socialistas.
Analizaremos, por tanto, este punto desde las relaciones, conjeturas o presunciones que se han establecido desde el mismo asesinato con el fin de presentarlo como un crimen de estado.
En cuanto a la participación de PSOE en mi opinión sería necesario conocer un poco la situación del partido durante el periodo anterior a la Guerra Civil, ya que las diferencias y divisiones se habían acentuado hasta llegar a un punto donde según algunos historiadores de no haber mediado el conflicto, el histórico partido socialista habría sufrido una escisión.
Por una parte estaban las Juventudes Socialistas, que de la mano de Santiago Carrillo habían virado, como casi todas las juventudes de los partidos, hacia posiciones mas extremas acercándose de forma significativa a el comunismo hasta el punto de fusionarse con las poco numerosas juventudes del PCE. Por otra parte estaba el sector caballerista, que se apoyaba en el sindicalismo de la UGT y tenía un sesgo mas revolucionario, aunque para algunos no pasaba de la mera retórica. Por último estaba el sector centrista, representado en la figura de Indalecio Prieto, el cual tras la participación en la huelga general revolucionaria de 1934 que desembocó en Asturias en un levantamiento armado, la Revolución de Octubre, había tenido que exiliarse volviendo posteriormente a las posiciones de centro. A este sector pertenecía el grupo minoritario de las Juventudes Socialistas que dirigido por Enrique Puente habían permanecido fuera de la unión con las juventudes comunistas. Algunos de estos jóvenes, habían formado el grupo llamado “La motorizada”, al cual pertenecía Luis Cuenca, asesino físico de Calvo Sotelo, y era entrenado por el capitán Condés, militar que mandaba el grupo que secuestró al político monárquico.
Era, por tanto, el PSOE no solo un partido poco cohesionado, sino abiertamente enfrentado entre el sector caballerista, apoyado por la JSU, y el sector prietista o centrista, apoyado por los moderados de Besteiro.
Indalecio Prieto
Vamos a detenernos un poco más en “La motorizada”, ya que es una de las claves mediante la cual se relaciona a los asesinos de Calvo Sotelo con Prieto y por tanto con el PSOE. Como hemos dicho se trataba de un grupo formado por jóvenes socialistas que no se habían integrado en la JSU y que es considerado por Santiago Carrillo en sus memorias como un grupo violento y pronto a usar las armas, tal y como sucedió en el congreso de la juventud socialista madrileña, donde según el político comunista se presentaron los miembros de este grupo enseñando sus pistolas con el fin de reventar el acto.
Aunque quizás tuvieran sus razones para usar estas armas. Su función era velar por la seguridad de Indalecio Prieto en los mítines que este daba por toda España,  no solo frente a los elementos derechistas o anarquistas, tradicionales enemigos, sino también frente al sector caballerista, tal y como sucedió en un mitin celebrado en Écija Según relata Octavio Cabezas en la biografía de Indalecio Prieto,  los seguidores de este sector socialista atacaron a tiros a los prietistas, siendo estos defendidos por los miembros de la motorizada de igual forma. Al parecer durante este suceso Luis Cuenca salvaría la vida de Indalecio Prieto, el cual, como no podía ser de otra forma, le estaría eternamente agradecido. Este hecho ha sido utilizado para presentar a Cuenca como guardaespaldas personal de Prieto y persona de su confianza, lo cual, a tenor de lo que se conoce es algo atrevido.
Podemos por tanto deducir que “La motorizada” era un grupo de jóvenes socialistas, del sector prietista, creado para salvaguardar la seguridad de su líder y que desde luego parecía no rehuían la confrontación, aunque fuera a tiros. Hay que tener en cuenta que en esos años, la mayoría de las juventudes de los partidos, desde la CEDA hasta la extrema derecha y desde el PSOE hasta la extrema izquierda, tenían grupos, o ellas mismas lo eran, de carácter cuasi paramilitar que recibían entrenamiento por parte de militares afines a su ideología. De ahí a otras interpretaciones que se han hecho en el sentido de que se trataba de una especie de “escuadron de la muerte”, o que Luis Cuenca era un guardaespaldas que actuaba como un sicario de Indalecio Prieto, creo que va un largo trecho.
Otro de los argumentos para justificar la responsabilidad del PSOE son los sucesos que ocurrieron inmediatamente después de la muerte de Calvo Sotelo.
Sobre este hecho, al igual que sobre muchos otros, existe cierta confusión con mezcla de hechos y conclusiones muy por encima de estos. En mi caso para hacer una sucesión de hechos lo mas ajustada posible me basaré en la biografía  de Prieto anteriormente citada.
El diputado socialista Zugazagoitia, relata en sus memorias que la misma noche del asesinato recibió la visita de una persona que le informó que había matado a Calvo Sotelo, esta persona, que Zugazagoitia no cita, al parecer era Luis Cuenca. Según el propio diputado socialista, llamó a varios de sus compañeros para informarles sobre el asesinato, con el fin de que tomaran las precauciones correspondientes para evitar represalias, entre ellos Prieto al cual, encontrándose fuera de Madrid, recomendó que volviera. Al parecer Zugazagoitia, al oir a Luis Cuenca dijo, “Es la guerra”.
Julian Zugazagoitia.
Por otra parte, al día siguiente Vidarte, otro diputado socialista, recibió la llamada de Condés, en la que le decía que acudiera a la sede del PSOE. Así lo hizo y allí se encontró con el capitán de la guardia civil que le relató lo sucedió. Vidarte, después de afearle el hecho, le preguntó si tenía donde esconderse, a lo que Condés le contestó que seguramente en el domicilio de Margarita Nelken, otra diputada socialista de la cual había actuado como escolta.
Indalecio Prieto por su parte, se trasladó inmediatamente a Madrid, donde ya se sabía quien había sido los asesinos. Según su testimonio, al salir de la sesión del Congreso donde se debatió sobre los asesinatos de Castillo y Calvo Sotelo, al llegar a su casa, le esperaba un números considerable de jóvenes socialistas esperando noticias, entre ellos le abordó Condés que le informó de su intención de suicidarse, a lo que  Indalecio Prieto le dijo que, en los días que se avecinaban, tendría oportunidad de poner su vida en juego.
Según Prieto, Condés no tenía intención de asesinar a Calvo Sotelo, sino solo detenerle, y fue Luis Cuenca quien tomó la iniciativa de matarlo, lo cual es, hoy por hoy, dificil de demostrar.



Cadaver de Calvo Sotelo
A partir de estos hecho, y teniendo como fin el que he citado varias veces, justificar el alzamiento, se ha creado una serie de medias verdades que terminan convirtiéndose en una gran mentira.  No es cierto, o por lo menos yo no he podido atestiguarlo, que los dirigentes socialistas ocultaran o protegieran a los asesinos de Calvo Sotelo. No existe, aparte de que los implicados establecieran contacto con Zugazagoitia, Vidarte o Prieto, evidencia de ello, ni si quiera se puede asegurar que Margarita Nelken acogiera en su domicilio a Condés, ya que lo único que sabemos es su intención de ir a la casa de la diputada socialista, pero no si esta, una vez conocido el suceso, se avino a hacerlo.
Lo que si podemos concluir es que estos dirigentes no cumplieron con su deber de, una vez conocido el hecho, haber denunciado a los autores a la policía cuando  estos fueron a verles. No sabemos si la causa fue un corporativismo ideológico, o un miedo a las represalias o al conflicto civil, tal y como expresa Zugazagoitia, la cuestión es que no lo hicieron y eso es lo que se les puede achacar, que no es poco.
No creo que haya, mas allá de comportamientos poco edificantes, evidencias de que el PSOE estuviera implicado en el asesinato de Calvo Sotelo, ya que además de no existir evidencia de ello, la actuación de ciertos socialistas no tendría porque implicar al partido como institución.  Y aunque así fuera, la implicación del PSOE tampoco tendría que conllevar la del gobierno, ya que el PSOE no estaba en el gobierno en aquella época, ni durante todo el periodo comprendido entre las elecciones de Febrero de 1936 y el asesinato de Calvo Sotelo. Los gobiernos en este periodo estuvieron exclusivamente formado por republicanos, con la aportación de algún independiente, procedentes sobre todo de Izquierda Republicana y Unión Republicana.
No se puede, en mi opinión argumentar tampoco la pertenencia al Frente Popular, que no pasaba de ser una coalición electoral donde se había pactado un programa mínimo, sin haber llegado a un acuerdo en varias cuestiones, pero que no implicaba una unión política ni mucho menos.
El segundo pilar de la argumentación a favor del asesinato como crimen de estado sería la participación de las fuerzas de seguridad de estado en el mismo y en especial de la Guardia de Asalto, nos detendremos un poco en este cuerpo de seguridad.
Su creación partió  de la idea por parte del gobierno provisional republicano, y en especial de Miguel Maura, nombrado ministro de gobernación, de la necesidad de crear una fuerza del orden eminentemente republicana que se encargara de la seguridad y las alteraciones del orden en las ciudades, sustituyendo en este cometido a la Guardia Civil y formando, junto con este cuerpo y el de carabineros, las fuerzas de seguridad del estado.
Guardias de Asalto reprimiendo una huelga en Barcelona
Sus primeros antecedentes serían las Compañías de Vanguardia y Asalto del Cuerpo de Seguridad, especializadas en alteraciones del orden público.   En 1932 se constituiría ya definitivamente como Cuerpo de Seguridad y Asalto, siendo nombrado para su dirección y organización el general africanista Muñoz Grandes, que se mantuvo en el cargo hasta 1935.

Agustin Muñoz Grandes, durante su etapa en la dirección de la Guardia de Asalto
Era un cuerpo de élite, con unas exigencias físicas enormes, pidiéndose una estatura media de 1,80, lo que en la época debía ser bastante, y unas pruebas bastante duras. Tenía, como los guardias civiles o carabineros, un carácter básicamente militar, siendo la mayoría de sus oficiales militares de carrera, como de hecho lo eran  tanto el  Teniente Castillo como el capitán Condés, este en la guardia civil, que habían servido en Africa.
 Era, por tanto, un cuerpo básicamente republicano, pero no creo que se pueda decir que de una ideología izquierdista, ni el brazo armado del Frente Popular que se ha querido presentar, habiendo sido de hecho promovido por un político conservador y dirigido por un general de una ideología bastante reaccionaria, como Muñoz Grandes, que llegó a dirigir la División Azul, siendo quizás el general mas cercano al falangismo.
Guardias de Asalto entrando en Casas Viejas, donde tendrían una polémica actuación
No era así al parecer en la Segunda Compañía, a la cual pertenecía el Teniente Castillo y que destacaba, si hacemos caso al testimonio de uno de los guardias de asalto que iban en la camioneta en la que se perpetró  el asesinato de Calvo Sotelo, Aniceto Castro, por su carácter izquierdista y revolucionario, y que contrapone a esta la que el llama “Compañía del pacifico”, formada por gente “de orden”.
Fue esta compañía, o mejor dicho, miembros de ella, la protagonista de los hechos que sucedieron al asesinato del teniente Castillo. Para seguir el relato de estos hechos utilizaré  el que realiza en sus memorias “No fue posible la paz” Jose Maria Gil Robles, el cual es, de los que he encontrado, el mas amplio y detallado, además de coincidente con varios testimonios como el del citado Aniceto Castro.
Teniente Jose Castillo
Según relata el político conservador, lo que sucede en el cuartel de Pontejos, sede de la Guardia de Asalto seguidamente al asesinato del teniente Castillo es un auténtico motín, donde un grupo de guardias van a ver al ministro de Gobernación, según otros al Director General de Seguridad, para pedirle represalias y detenciones de personalidades de derechas. Estos guardias serán arrestados, hecho este que Gil Robles considera que fue positivo pero insuficiente, porque a lo largo del día ser irán sumando en el cuartel numerosos guardias dispuestos a llevar a cabo las acciones pedidas por sus compañeros.
Recordemos, que tal y como expuse en el articulo anterior, después de la muerte del capitán Faraudo, se habían reunido varios militares de tendencia izquierdista dispuestos a llevar a cabo represalias contra personalidades de derecha, acciones que finalmente no se habían llevado a cabo. No es de extrañar, por tanto que la reacción de los compañeros del teniente Castillo fuera en este caso aún mas decidida que en la ocasión anterior, teniendo como tenían, grandes deseos de venganza y una idea previa de las acciones a realizar.
Militantes socialistas velando el cuerpo del Teniente Castillo, entre ellos, el Capitán Condés.

Se juntan, de esta forma, un numeroso grupo compuesto por guardias de asalto y de otros cuerpos de seguridad o militares, tanto de uniforme como de paisano y entre los que estaban mezclados varios civiles, entre ellos Luis Victoriano Cuenca.  En el tumulto que se produce dos figuras con la idea de organizar y llevar a cabo las acciones de castigo, el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés y el Teniente Moreno, adscrito a la Guardia de Asalto, que recordemos era uno de los militares izquierdistas señalados en el presunto listado encontrado a la ultraderechista Unión Militar Española.  Se acuerda finalmente regresar a las doce con el fin de organizar y llevar a cabo las acciones de represalia, se supone con el fin de que hubiera menos testigos. Surge aquí la figura del teniente Leon Lupión, que ordena al cabo de la camioneta número diecisiete que se presenten en el cuartel a la hora indicada.
A  medianoche se encuentran en el cuartel de regreso los mas dispuestos a actuar, decidiéndose que se realizarían dos misiones, una a cargo del capitán Condés, que iría al domicilio de Calvo Sotelo y otra a cargo del Teniente Moreno, que iría al de Gil Robles. Esta versión desdeciría otra que habla de una sola misión a las viviendas de Goicoechea, Gil Robles y Calvo Sotelo. Algunos autores han dudado incluso de que existiera la misión que fue al domicilio de Gil Robles.
Al parecer, cuando fueron decididos los grupos y misiones, de nuevo el Teniente León Lupion de la Guardia de Asalto ordenó a la dotación de la camioneta 17 que subieran a la misma, indicándoles que a partir de ese momento estaban a las órdenes de Condés.
Camioneta nº 17 de la Guardia de Asalto, utilizada en el asesinato de Calvo Sotelo
No voy a entrar en lo que sucedió a partir de la salida de la camioneta del cuartel de Pontejos, ya que creo que está suficientemente estudiado y relatado, quedando si acaso la duda de si Condés, una vez llegados a la camioneta con el político monárquico, no quiso montar en ella, teniendo que hacerlo ante la negativa de Calvo Sotelo de hacerlo el sino lo hacía que Guardia Civil, o si simplemente si Condés estaba ya subido a ella y Calvo Sotelo se limitó a preguntar por el para estar mas tranquilo.
Puede parecer una cuestión menor, pero si la versión que cuenta Prieto sobre la intención de Condés de llevar a Calvo Sotelo a la Dirección de Seguridad es cierta, puede que este no quisiera presentarse allí con una dotación de los guardias de asalto, dado lo irregular de su presencia así como la de los civiles.
En conclusión en mi opinión el hecho de que se utilizara una dotación de la Guardia de Asalto para perpetrar el asesinato no convierte este en un crimen de estado. Como hemos visto de la sucesión de hechos, la dotación de la camioneta numero 17 fue utilizada aprovechando la estructura jerárquica militarizada del cuerpo de asalto, la cual fue usada para que esta dotación interviniera en una acción del todo irregular. No debió extrañar tampoco a sus miembros la presencia de civiles, ya que como se desprende del relato los militares que ese día se presentaron en el cuartel del Pontejos iban tanto de uniforme como de paisano, se supone que dependiendo de si estaban de servicio o no. Entre los que estaban de paisano figuraba el capitán Condés, que como ya hemos visto, era oficial de la Guardia Civil, de forma que entre los allí congregados se debía encontrar militares de los distintos cuerpos y entre ellos mezclados elementos civiles.
La acción de represalia estaba además, sino organizada si pensada desde, como vimos en el articulo anterior, la muerte del capitán Faraudo, de forma que lo que hicieron los participantes en el asesinato, fue, una vez perdido todo escrúpulo por la muerte de otro compañero.
Destaca también, que una vez producidos los primeros brotes de indisciplina, los guardias que participaron fueran arrestados, y si bien Gil Robles achaca el hecho de que no se tomaran otras medidas vista la situación, también es cierto que los conjurados no pasaron a organizar y actuar hasta la media noche, una vez que la presencia de testigos era menor.
Se entiende de igual forma, que si el gobierno hubiera querido realizar una acción de este calado, no lo hubiera hecho de forma tan evidente, y hubiera utilizado personas de su confianza, y no guardias rasos como Aniceto Castro, libres de todo distintivo que les identificara como agentes de la autoridad, y desde luego no habría dejado tantas huellas en forma de agentes uniformados a la vista de escoltas, conserje de la casa de Calvo Sotelo, su familia o los empleados del cementerio. Una acción de represalia para ejemplarizar, sin embargo, no hubiera necesitado algunas de las cautelas que supuestamente se llevaron a cabo, como dejar el cadáver abandonado en el cementerio, o hacer limpiar de sangre la camioneta.



Juan Moles Ormella, Ministro de Gobernación durante la muerte de Calvo Sotelo.
En todo caso parece mas la acción de venganza de un grupo de militares politizados, acompañados por ciertos civiles de la misma ideología, que abusando de su escalafón jerárquico, utilizaron los medios puestos a su cargo por el estado, para llevar a cabo sus propios objetivos. En caso contrario caeríamos en el absurdo de tener que concluir que el golpe de estado que se perpetró días mas tarde, fue también realizado por el propio gobierno, ya que en el participaron las distintas fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, y no solo el Ejercito, sino también los carabineros, guardías civiles en incluso los propios guardias de asalto que dependiendo de la zona donde estuvieran destinados, o el mando militar que los dirigiera se sumaron o no al alzamiento. En este caso estaba, por ejemplo, Queipo del Llano que en el momento de la sublevación era inspector de cuerpo de carabineros, función que utilizó para justificar su presencia en Sevilla el día 18.
El último argumento en cuanto a la implicación del gobierno en el asesinato, y por tanto la presentación de este como crimen de estado, es la falta de investigación de los hechos por parte de los poderes de la República. Sin embargo, el propio Indalecio Prieto, citado en la biografía de Octavio Cabezas, dice que al día siguiente, a su llegada a Madrid ya se sabía quien había cometido el crimen, y después cuando Condés le aborda en la calle, el dirigente socialista le comunica la guardia civil que la investigación le cita a el como autor del asesinato.
El historiador Rubio Cabezas, en su diccionario de la Guerra Civil relata también las investigaciones que siguieron al crimen, obstaculizadas, eso si, por oficiales superiores de la dotación que se utilizó, como el comandante Burillo. Pero es evidente que investigación hubo, como también lo es que una vez llegado el 18 de Julio y con la desaparición temporal del estado que se produjo merced a la deserción de ciertos miembros de las fuerzas del orden de sus obligaciones, esta se difuminó en medio de la vorágine que siguió a estos hechos, e incluso el día 25 de ese mismo mes, una serie de milicianos entraron en el juzgado donde se llevaba el hecho, llevándose el expediente, del cual evidentemente no se volvió a saber.
El comandante Burillo, durante la Guerra Civil.
Por último, y en cuanto a este punto del asesinato como crimen de estado, es interesante conocer las opiniones de dos personas bastante cercanas, por lo menos ideológicamente a Calvo Sotelo, como son Jose Maria Gil Robles, líder del principal partido de la oposición, la CEDA y de un correligionario del fallecido en Renovación Española, que además al parecer fue su amigo, Pedro Sainz Rodriguez. Ambos curiosamente, posteriormente serían consejeros de Don Juan en su exilio de Portugal.
Jose Maria Gil Robles relata en sus memorias “No fue posible la paz”, que nunca tuvo ninguna prueba, ni creyó personalmente, a pesar de los duros ataques que dirigió al gobierno en las Cortes, que el gobierno estuviera implicado en los hechos, si bien si que es mucho más crítico con el respecto a su actuación anterior al crimen.
Pedro Sainz Rodriguez dice también en sus Memorias que a pesar de haber dedicado bastante tiempo a investigar el asesinato de su amigo como crimen de estado, no pudo encontrar nada, creyendo, que desde un punto de vista histórico, nada se podía achacar al gobierno.
En conclusión, a pesar de lo irregular de todo el proceso que llevó a la muerte de Calvo Sotelo, no existen indicios para definirlo como un crimen de estado, sino como el resultado de la situación excepcional que en aquellos tiempos vivía España.

SALUDOS.

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